Se analiza el parásito causante de la toxoplasmosis, para combatir esa infección
*Investigadores del Cinvestav han detectado proteínas del patógeno que ayudan a su movimiento en el organismo y que juegan un papel en la infección
Tras un intento de suicidio, un historial de problemas por violencia en la escuela y múltiples sesiones sicoterapéuticas, el diagnóstico se inclinó más hacia una infección congénita que a un tema sicológico. La historia es de una paciente de 20 años que ha vivido toda su vida con toxoplasmosis, una infección que adquirió de su madre, quién durante el periodo de gestación transmitió la enfermedad a su hija.
El mismo tiempo que la paciente ha vivido con toxoplasmosis, Ricardo Mondragón Flores, adscrito al Departamento de Bioquímica del Cinvestav, ha investigado el parásito que la ocasiona, a fin de generar opciones para controlar esa infección que, según estimaciones, afecta de manera crónica a un tercio de la población humana.
De acuerdo con el investigador del Cinvestav, la toxoplasmosis es una parasitosis producida por el Toxoplasma gondii, un parásito capáz de invadir cualquier tipo de células en animales de sangre caliente.
Toxoplasma es un parásito intracelular que afecta tanto a personas como a animales por la ingesta de verduras u hortalizas mal lavadas, agua contaminada o carne mal cocida o cruda.
En mujeres embarazadas, este parásito puede producir nacimientos de bebés con ceguera o retraso mental, además de provocar aborto cuando la infección ocurre en el primer trimestre del embarazo.
Los bebés también pueden nacer aparentemente sanos, y es en la adolescencia cuando manifiestan esquizofrenia, actitudes agresivas o tendencias suicidas.
Este patógeno ha encontrado en los gatos a su principal vector de transmisión, ya que el felino puede infectarse al comer aves y roedores con el parásito. Dentro del intestino del gato se forma una estructura esférica resistente, conocida como ooquiste, que no es infectivo pero que al ser eliminado en heces en fuentes de agua o en zonas de hortalizas, permite su maduración y capacidad de infección al ser ingerido, afectando a personas o animales.
Una vez ingerido el ooquiste, el parásito sale e invade a las células del intestino en donde se transforma en una forma parasitaria de alta virulencia conocida como taquizoíto, que atraviesa las células intestinales hasta alcanzar el torrente sanguíneo y distribuirse por todo el organismo.
En personas nutridas adecuadamente y con un sistema inmune eficiente, el parásito no produce síntomas y se aloja en los tejidos en forma de un quiste y permanece ahí por el resto de su vida, hasta que haya alguna condición que induzca su resurgimiento como una inmunosupresión o un embarazo, ya que el sistema inmune sólo puede controlar la infección, pero no eliminarla.
“Hemos estudiado el comportamiento a nivel celular del parásito Toxoplasma gondii, porque este patógeno puede vivir dentro de las células del organismo por años sin afectar al organismo, pero por alguna razón se activa, sale del quiste en el que está alojado y se disemina a todos los órganos incluyendo el cerebro, donde provoca encefalitis, y al ojo, ocasionando ceguera por coreorretinitis”, señaló Mondragón Flores.
De los aspectos esenciales en la capacidad invasiva de este parásito están su gran motilidad y su alta capacidad de secreción de componentes; fenómenos en los que el equipo de investigación de Mondragón Flores ha puesto énfasis en sus estudios.
Recientemente ha encontrado que una serie de proteínas conocidas como GRA8 y 4 ubicadas en gránulos densos al interior del parásito también forman parte de su citoesqueleto, están relacionadas con una función estructural del citoesqueleto y contribuye así con las propiedades mótiles de este patógeno.
“Nosotros encontramos que esas proteínas están en el citoesqueleto del parásito, contribuyendo con el proceso de invasión de la célula blanco, un evento que ocurre en un tiempo menor a cinco segundos”, mencionó el investigador del Cinvestav.
A la fecha, el tratamiento farmacológico contra la toxoplasmosis es limitado e ineficiente con las formas enquistadas, y tampoco existe una vacuna disponible en humanos.
De allí la importancia de conocer a profundidad la forma en que actúa el parásito a fin de poder identificar blancos moleculares que ayuden a generar nuevas alternativas terapéuticas capaces de contener la infección por toxoplasmosis o moléculas candidatos con aplicación inmunoprotectora.
De hecho, esa es otra línea de investigación del grupo de Ricardo Mondragón Flores, en la que se han obtenido algunos avances con la intención de encontrar tratamiento o incluso alguna vacuna contra este parásito.